Por Toni Iglesias de Ussel Pazos, Secretario Juventud de FCT Canarias.
Tras muchos días sin escribir, os dejamos un artículo que nos ha enviado un compañero desde Canarias.
Todas las semanas aparece reflejado en los medios de comunicación la llegada de cayucos a las costas canarias. Son hombres y mujeres jóvenes, con la única intención de salir de un continente que no les ofrece perspectivas de futuro. Y no es por que África no sea un continente rico, o que no tenga recursos. La sangrante realidad es que ha sido un continente explotado, por los mismos países que ahora niegan la entrada a los inmigrantes.
Y aunque los datos son fríos y asépticos, no podemos olvidar algunos de ellos: La media de esperanza de vida en África es de 48 años, en España es de 71. Ya solo por esto, es comprensible que los y las jóvenes de este continente se jueguen literalmente la vida y todos los ahorros de sus familias, con el único fin de buscar una mayor expectativa de vida, que al fin y al cabo, es algo innato en el ser humano.
Pero con este drama humano se hace mucha demagogia. Que si vienen a delinquir, que si nos quitan puestos de trabajo, que si no cabemos todos… Y se decide que la solución no es mejorar el desarrollo en los países de origen, sino cerrar las fronteras a cal y canto, gastando 12.8 millones de euros en un sistema de control de fronteras en las costas canario-africanas. Tampoco se adopta una postura firme contra las redes de tráfico de personas que se aprovechan de esta situación, que llegan a pagar hasta 5.000 € por un “billete de ida al paraíso”, que en muchísimos casos es un viaje hacia la muerte. Y mientras los medios de comunicación siguen engordando las estadísticas de los inmigrantes que llegan a nuestras costas, pero claro, solo con ellos que tienen la suerte de llegar, aunque luego vuelvan a ser deportados a sus países de origen.
