16 de octubre de 2006

Los inmigrantes.

foto: http://madrepatria.blogspot.com

El pasado 12 de octubre se celebraba el día de la Hispanidad. Por contra muchos pueblos indígenas aprovechan ese día para recordar que la llegada de Colón a lo que él denominó las Indias supondría un cambio para la historia de estos pueblos. Dos versiones distintas de la historia para una misma fecha. Mientras tanto, en Canarias Democracia Nacional ha convocado hoy una manifestación en Tenerife con el lema: "No a la Invasión. Hay que defender nuestra tierra". ¿Es o no paradójico?
Los movimientos migratorios son un hecho inevitable del ser humano que, antropológicamente, no se nos olvide, tuvo sus orígenes en tierras africanas. La inmigración se ha convertido en la primera preocupación de nuestra sociedad. Los empresarios se han aprovechado de la afluencia de ilegales porque han supuesto mano de obra barata para incremento de sus bolsillos. Las mafias se han enriquecido peligrosamente. Nuestra sociedad ha pasado en cuestión de treinta años de "pueblo de emigrantes" a "pueblo receptor de inmigrantes". La idiosincracia de los barrios está cambiando por un fenómeno denominado "multiculturalidad" que sociológicamente podría crear un rico tejido intercultural y no precisamente lo contrario. Es muy triste escuchar a ciudadanos de a pie profiriendo insultos a los inmigrantes calificándoles a todas y todos de maleantes, maleducados y "quitatrabajos". Siempre está el vecino o la vecina colombiana o colombiano (por poner un ejemplo) que no hace más que hacer fiestas en casa y ocupar canchas de fútbol en los parques cobrándote precios por utilizar servicios públicos. Determinados partidos políticos han hecho su agosto durante estos años utilizando a los inmigrantes como colchón de todos los problemas: "por culpa suya no nos dan viviendas de protección oficial, los servicios de sanidad están colapsados por su culpa, vienen llenos de enfermedades...". Estos y otros comentarios se han generalizado en boca de muchas y muchos españoles provocando un crecimiento de la xenofobia y llenándonos de prejuicios. Si volvemos al discurso del vecino colombiano haciendo fiestas en su casa deberíamos decir que no podemos generalizar ni decir que todos los que llegan tienen comportamientos incivilizados. El civismo no viene dado por la raza, etnia o religión. El civismo forma parte del ser persona independientemente de la procedencia. Se les acusa de alcohólicos: ¿cuántos bares por metro cuadrado hay en nuestro país? ¿Cuántos alcohólicos?
¿Por qué no se habla de lo positivo? ¿Acaso no se les agradece que cuiden a nuestros ancianos, limpien nuestras calles, se maten construyendo nuestros edificios, llenen nuestros colegios ? Han supuesto un ingreso económico importante en las arcas de la Seguridad Social en los últimos años. Pero esto tampoco es tenido en cuenta. No vamos a entrar en los conflictos provocados por las bandas callejeras (eso sería otro tema diferente) porque entonces tendríamos que hablar de los grupos ultradedrechistas y jóvenes de este país.
En un mundo cada vez más globalizado, heterogéneo y paradojicamente individualista no queda otra reflexión que la de pensar en romper de una vez con las barreras de lo legítimo y lo ilegítimo y pensar en crear un mundo para todas y todos con igualdad de oportunidades y cumplimiento de los derechos democráticos dentro de un marco de legalidad. Instar a los gobiernos a la responsabilidad en materia de inmigración es una cuestión que nos toca a nosotras y nosotros, comenzando con la reeducación de las y los ciudadanos de este país, sin importar el origen del que provengan y ese es un ejercicio que desde CCOO debemos propiciar.

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