9 de julio de 2009

Resolución Ante la Crisis Económica Juventud CCOO

Esta es la resolución aprobada en el Consejo de la Juventud de España y presentada por CCOO con el respaldo de UGT en la Ejecutiva que celebraron el pasado 27 de junio:


La actual crisis internacional ha puesto de manifiesto los fallos de un sistema protagonizado por el mercado en estado puro, así como la insuficiencia de instrumentos a disposición de las administraciones para actuar ante estas situaciones de emergencia.

Está en crisis el modelo de crecimiento económico basado en la globalización desregulada de los movimientos de capitales; de un modelo en el que el poder económico ha ejercido la función normativa y el poder político se ha limitado a ir a remolque, olvidando y despreciando sus deberes en materia de intervención.

Los gobiernos no pueden contentarse con socorrer a los mercados financieros sin avanzar en el incremento del grado de influencia política, de modo que se asegure que esto no volverá a ocurrir. Hay que abandonar definitivamente la tesis de “menos Estado y más mercado” y hay que combatir activamente las políticas del mercado contra el Estado, de lo individual contra lo colectivo, de lo privado contra lo público.

Sin embargo, y siendo cierto que es el conjunto de la sociedad asalariada quien está pagando las consecuencias de la actual crisis sistémica, no podemos dejar de remarcar los agravantes que debe afrontar la juventud y que, lejos de ser puntuales, amenazan con volverse crónicos y situar a las nuevas generaciones en la precariedad más absoluta, independientemente de una eventual recuperación del sistema económico y financiero.

Las elevadas tasas de desempleo y temporalidad que llevan años afectando a la población juvenil niegan no sólo el acceso a la vivienda, sino a la protección social más elemental. El 65% de la juventud trabajadora tiene contratos inferiores a seis meses de duración y -en consecuencia- cortos períodos de cotización a la Seguridad Social, lo que en la práctica dificulta el acceso a las prestaciones por desempleo. Si a ello añadimos las discriminaciones que padecen las mujeres y las situaciones límite que sufren las personas migrantes (desprovistas en muchos casos de recursos económicos, formativos y de inserción laboral) nos hallamos ante un panorama desolador para la juventud, que se aleja así de cualquier posibilidad de emancipación y se ve abocada a situaciones de dependencia, inseguridad e incertidumbre que pueden derivar, en último término, en graves brechas sociales y escenarios de exclusión social.

Por ello, no sólo resultan exigibles medidas encaminadas a frenar el crecimiento del paro y una pronta reactivación de los sectores más perjudicados por la crisis, sino que se hace imprescindible un cambio en el modelo productivo, asociado a una mayor intervención pública en la economía y a una ampliación de los derechos y protecciones sociales y laborales, que asegure un empleo estable y de calidad también a la juventud. De no abordar hoy las reformas precisas para atajar de raíz la precariedad y la explotación laboral, corremos el riesgo de legar a las nuevas generaciones una sociedad crecientemente desigual e injusta; una sociedad, inevitablemente, menos libre.

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